En las elecciones legislativas de 2005 el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Rafael Bielsa, encabezó la lista oficialista para diputados nacionales por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que finalmente resultó tercera (detrás del PRO —Propuesta Republicana en ese momento— y del ARI, que lideraba Elisa Carrió). Para testear un comercial de campaña, como es habitual, hicimos un focus group en el cual sucedió algo excepcional (teniendo en cuenta que, generalmente, las conclusiones más ricas las extrae el analista a posteriori). La reunión consistió, primero, en una conversación sobre el estado general del país; los participantes se mostraban muy críticos con la coyuntura y el Gobierno nacional (“Es lo mismo de siempre”, “Un desastre”, “Kirchner es un presidente sin carisma”), y expresaron opiniones negativas sobre la figura de Bielsa (“Es un paquete que va de izquierda a derecha”, “Hay gente que habla porque se nota que sabe, pero este lee todo”). Ahí, el coordinador les proyectó el comercial de Bielsa que queríamos testear (en el cual se hacía foco en su trayectoria internacional como canciller y en el aporte que podía hacer desde el Congreso al presidente). Lo que pasó luego fue sorprendente: había cambiado la percepción que los participantes tenían de Bielsa (“Nos hace ver el alcance que tiene fuera del país”, “Dejó bien parado al país y es interesante”) y del gobierno (“Tienta votarlo porque tenemos que seguir con este presidente”, “Quizás sea el respaldo que se necesita”, “Ya estamos bailando, sigamos bailando”, “Me voy convencida de que lo voto a Bielsa”).
Si bien no es algo que se da habitualmente, es interesante la diversidad de insumos que nos brinda una indagación cualitativa de este tipo y la información valiosa que nos provee para seguir complejizando los avisos y, en general, las comunicaciones de la campaña.